Túnez, doce del mediodía. Llevamos tres horas de excursión, dos litros de agua, y el lorenzo sin dejar de dorarnos la espalda.
Y claro, tanto beber agua acaba pasando factura, pero tranquilos, que por aquellas áridas tierras, han pensado también en nuestro confort.
Nuestros amigos tunecinos saben que cuando necesitamos evacuar, precisamos de esa mínima y necesaria intimidad que debe acompañar la liturgia de tan importante acontecimiento. Y aquí está el, nuestro adorado y necesitado WC, para cubrirnos tanto de las miradas de tuaregs, como de los satélites de google.
En fin, mientras ellos hacen cola para poder entrar, yo me quedo fuera, que tengo todo el desierto para poder mear.