La compra de un bañador, se convierte en ocasiones, algo parecido a un asunto de Estado.
Ahora, con la proximidad del verano, resulta casi obligatorio tostarse, por delante, por detrás, a fuego lento, a fuego rápido..., todo por lucir un aspecto de moda.
Antes..., una mirada crítica en el espejo, para ver como nos encontramos. En este momento, el verbo "sobrar" lo podría conjugar en todos sus tiempos. Pero como soy optimista, no hay nada que una buena dieta combinada con ejercicio no haga y zas... el milagro, está hecho.
¡Ah, eso si!, hay que pasar la prueba del albañil. Para ello se pasa, delante de una obra en construcción, paseando al perrito por supuesto. En casos normales, se oyen todo tipo de piropos desde los más sutiles hasta los irrepetibles. Lo grave empieza, cuando sólo se oye: "jo, esa tía debe tener pasta, porque el perro que lleva, cuesta tela".
Una frase, una simple frase y te quedas hundida en la miseria. Para que unos hombres fornidos, rezumando tetosterona por cada uno de sus poros, sólo se fijen en el pedigree del perro, debe de estar el asunto grave.
Pero bueno, todo se arregla, saliendo de compras en busca del bikini de ensueño.
- Señorita, ¿tiene bikinis reductores?. - ¿Cóoomo? ...¿reductores?. - Sí, reductores. - Es la primera vez que oigo eso y mire que llevo años. - Verá, la parte de arriba, lleva un escote en V y líneas verticales. La parte de abajo, tiene un refuerzo delantero a la altura del vientre. Mientras hablo, me ayudo de las manos, para darle más fuerza a mis palabras. - Señora, no siga, mejor vaya a una ortopedia, allí deben tener.
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